viernes, 26 de enero de 2007


Publicado en La Crónica-El Mundo el 25-01-2007

SANTIAGO MACÍAS
Rompiendo una lanza
En las últimas semanas han sido varias las referencias hacia el Partido de El Bierzo por su iniciativa de colocar dos pancartas reivindicativas en un lateral del castillo de Ponferrada y en el balcón de la sede del Consejo Comarcal. En ellas, los bercianistas reclamaban la inclusión del Bierzo en el articulado de la futura reforma del estatuto de Castilla y León y no solo en el preámbulo del mismo. A simple vista, la propuesta del PB no va en la línea independentista, separatista o anexionista que desde algunos círculos se le ha querido asignar, por eso creo que están fuera de lugar algunas voces que situaban a esta formación a la altura de otros partidos de la esfera política del país. En un régimen de libertades, tan legítima es la discrepancia política dentro del juego democrático como la defensa de cualquier opción por muy minoritaria que sea. Por eso creo que asignar a los miembros del Partido de El Bierzo el papel de independentistas radicales es un exceso, un error y una tremenda injusticia. La reclamación del PB no sólo es legítima, si no que se apoya en un consenso de todos los grupos políticos en 1991, que ha permitido al Consejo Comarcal contar con competencias que mejoraron la calidad de vida en todos los municipios del Bierzo. Los que ven un problema en este tipo de movimientos encontrarán su origen dando una vuelta por el Bierzo. Un claro ejemplo es el abandono del patrimonio berciano por parte de las instituciones, cuyas consecuencias han quedado al aire recientemente, y que es una forma de sembrar cosechas que recogerán y alimentarán a esos movimientos. Por otro lado, no hay que olvidar que el gran problema de algunas señas de identidad en este y otros lugares empieza en el momento en que éstas son impuestas. De la primera a la última y en todos los ambientes, desde la aldea más pequeña a la nación más extensa. Por eso entiendo a aquellos a los que les cuesta aceptar algunos términos o identidades que, desde hace años, otros están empeñados en poner exclusivamente a su nombre o en borrarlos de un plumazo. Una buena terapia contra los supuestos problemas de solidaridad en nuestro propio país es hacerlo antes con los que son más evidentes, esos que afectan al espacio que compartimos todos y que es la humanidad. Mientras tanto, la semana nos deja otros detalles que pasaron desapercibidos pero que invitan a la preocupación. El primero, el tríptico que han recibido miles de ciudadanos en sus casas y que firma un grupo ultraderechista y xenófobo denominado Alianza Nacional, y que pretende instalarse en nuestra ciudad. En él, estos nuevos salvapatrias nos alertan de la pérdida de nuestra identidad racial por culpa de la inmigración o la legalización del aborto y los matrimonios entre homosexuales. Y el segundo, el comportamiento de algunos energúmenos en las gradas del Toralín durante el último partido de la Ponferradina, con gritos simiescos contra los jugadores negros del Alavés cada vez que tocaban la pelota; detrás de mi asiento había un par de individuos que los imitaban a la perfección, hasta el punto de quedarme con la duda... www.santiagomacias.bitacoras.com
Públicado en Diario de León 15 de Diciembre de 2006

Fuensaldaña y los siete

JOSÉ A. ÁLVAREZ FIERRO

HA TENIDO que ser un 13, aunque no martes, sino miércoles, de diciembre y de 2006. Una fecha que para siete jóvenes bercianos difícilmente podrá ser olvidada. Siempre se ha lamentado el Partido del Bierzo de su falta de representación política tanto en la Diputación de León como en las Cortes, si bien no por ello ha dejado de batallar en forma de constante reivindicación desde fuera de ambas. Pero después de largos años, al fin ha tenido, como se suele decir, su minuto de gloria en un simbólico y representativo emplazamiento: el Parlamento autonómico. Ha sido un instante breve, pero intenso y, sobre todo, muy gráfico. Justo cuando el Pleno de las Cortes se disponía a abordar la designación de los procuradores que defenderán en el Congreso de los Diputados el proyecto del nuevo Estatuto de Castilla y León, siete representantes del PB desplegaban desde la zona de invitados del hemiciclo una bandera berciana y una pancarta en la que podía leerse: «El Bierzo es más que un preámbulo», en alusión al estatus conferido a la comarca en la reforma estatutaria pactada por PP y PSOE. Y a todo esto, justo debajo, el Grupo Mixto, integrado por dos claros referentes del leonesismo, sin olvidarnos de los procuradores bercianos de los dos grandes partidos, alguno de los cuales, por cierto, nos cuentan que llegó a poner su pulgar hacia arriba durante el «plenus interruptus». Es curioso, ¿verdad? Que se ponga el pulgar hacia arriba, cuando el del Consejo Comarcal del Bierzo, después de 15 años de¿ -mejor callarse-, usualmente ha estado hacia abajo. Esta vez han sido siete los que han irrumpido en Fuensaldaña, pero a buen seguro que de ese instante «exhibicionista» se han sentido cómplices más. Y aquí no estamos para fomentar o crear heroísmos, sino para que gestos como éste lleven a PP y PSOE, de una vez, a ponerse de acuerdo sobre qué quieren hacer con la Ley de la Comarca y el Consejo, una institución que, lejos de ser referente común de bercianos y bercianas, genera desde hace ya tiempo apatía e incluso, tras algún que otro más que lamentable episodio vivido en su historia reciente, cierta animadversión. Resullta cansino, molesto e insultante el permanente tira y afloja político dentro y fuera de ella. Si París bien vale una moza, como reza la película de Lazaga, Fuensaldaña una pancarta, han debido pensar sus portadores tras comprobar los «avances» en los últimos meses de PP y PSOE sobre la reforma comarcal.